La arquitectura y la construcción como aliados en la lucha contra el cambio climático

La construcción es uno de los sectores con mayor impacto a nivel de emisiones de CO2 totales: diversos informes señalan que es responsable del 40% de emisiones de este gas y del 30% del consumo de materias primas.

En la actualidad, sin embargo, tanto el sector de la arquitectura como el de la construcción cuentan con la tecnología adecuada para reducir estos datos. La clave está en la edificación con una visión sistémica y largoplacista, lo que resultará beneficioso en términos tanto económicos como medioambientales.  

Cinco claves para combatir el cambio climático

 

1. Medidas pasivas: pensar antes de construir
 

Hay muchas medidas que no dependen directamente de la tecnología, sino del propio planteamiento del proyecto. ¿Un ejemplo? Plantear una envolvente estudiada y bien pensada para que aísle el interior del exterior y permita reducir la frecuencia de climatización mediante máquinas. Otro ejemplo puede ser considerar el aprovechamiento del viento como un potente regulador de la temperatura. El objetivo de una arquitectura sostenible es alcanzable, sin lugar a duda.

La tecnología, eso sí, ha permitido dar pasos de gigante, tal y como demuestra la pintura solar, que absorbe la luz del sol y produce combustible de hidrógeno a partir de la energía solar y la humedad del aire.

2. Materiales utilizados
 

Para que una construcción sea catalogada como responsable, los materiales con los que ha sido edificada y bajo los cuales se sostiene, deben ser de bajo impacto ambiental. Cuanto más naturales sean, menor será la huella de carbono liberada para la construcción.

En los últimos años, los materiales más utilizados han sido el hormigón, el amianto, elementos de gas radón, uranio, plomo o el mercurio. Actualmente, materiales como la madera, los bloques de cerámica y la piedra vuelven a ser tendencia entre los profesionales de la construcción más concienciados con el medio ambiente.

3. Mejora de la eficiencia de las instalaciones
 

Para cumplir con este objetivo, es muy importante dotar a los edificios de una envolvente térmica con cerramientos y carpinterías exteriores que presenten una mínima transitividad térmica.

Para ello se pueden llevar a cabo actuaciones como la incorporación de aislamiento térmico en fachadas y cubiertas o la instalación de ventanas de alta eficiencia energética. Para aquellas instalaciones ya construidas, es muy importante gestionar la revisión —y sustitución si fuera necesario— de calderas, luminarias y electrodomésticos.

4. Adaptación a las nuevas condiciones climáticas
 

El calentamiento global ha provocado que las condiciones climáticas cambien y se hagan, en muchos casos, extremas. Estas condiciones afectan a las construcciones, ya que estas deben adaptarse si quieren mantenerse en pie.

Las nuevas estructuras deben soportar mayores cargas de viento, los sistemas de saneamiento tendrán que evacuar mayores cantidades de agua en menos tiempo, la climatización deberá abastecer una mayor demanda de frío y los cerramientos tendrán que enfrentarse a precipitaciones más intensas.

Y también hay que tener presentes las condiciones locales ya que se plantea la situación de que los edificios situados en zonas meridionales puedan sufrir importantes olas de calor y sequías. De igual modo, las zonas de costa corren el riesgo de quedar sumergidas debido a la subida del nivel del mar y, aunque este es un escenario muy extremo, sí que es cierto que ahora es mucho más fácil que estos edificios experimenten inundaciones.

5. Concienciación
 

Todos debemos ser conscientes de que existe un problema que hay abordar con intervenciones inmediatas que eviten daños irreparables. Para ello, no solo los profesionales de la construcción deben implicarse, también las administraciones han de apostar por medidas que fomenten la eficiencia energética en las viviendas.

Así, resulta necesario regular las actuaciones en materia de eficiencia energética para obligar a todos los edificios, tanto nuevos como existentes, a ser más sostenibles y se deberían ofrecer sistemas de financiación acordes, tanto a empresas como a particulares, para poner en práctica dichas medidas.

Es fundamental subrayar el importante papel que toda la población y la sociedad tiene en este aspecto: el ahorro energético en el hogar implica acciones de menor escala que están al alcance de todos, como el cambio de las bombillas de la vivienda, la instalación de termostatos para controlar la calefacción y el aire acondicionado, etc. Acciones que, además de ayudar al medio ambiente, supondrán un ligero alivio en el bolsillo de quien las pone en práctica.

Hace más de 10 años, la Unión Europea entendió que era posible reducir el consumo energético de la edificación hasta en un 90%. Para ello, propuso unos objetivos para el año 2020 en cuanto a la optimización de la eficiencia energética: reducción de emisiones de efecto invernadero en un 20%, ahorro del 20% en el consumo de energía mediante una mayor eficiencia energética o la promoción de las energías renovables hasta un 20%. Ese momento ha llegado, y la sostenibilidad y la protección del medio ambiente está en manos de todos.

 

 

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